El presidente electo Donald Trump fue sentenciado este viernes a una pena de “libertad incondicional” que no implica cárcel ni multas, pero que tiene un alto valor simbólico porque es la primera vez que un criminal convicto llega a la Casa Blanca y porque se produce a solo diez días de su investidura en su segundo mandato presidencial.
El juez Juan Mercan condenó entonces a Trump en una audiencia que permitió al condenado comparecer por videoconferencia y que pasará a la historia, pese a que Trump no irá a la cárcel ni tendrá otras obligaciones ante la corte, en forma de multas o comparecencias ante el tribunal con alguna frecuencia.
Aunque el republicano reaccionó minutos después en una publicación en su Truth Social, calificando la decisión de “derrota” en una supuesta “cacería de brujas contra los demócratas radicales”, también dijo que sus abogados apelarían la sentencia.
“Caso ordinario” aunque parezca extraordinario
El juez afirmó en sus declaraciones anteriores que el caso puede parecer extraordinario pero era “ordinario” y similar a muchos otros casos que involucran la selección del jurado o el examen de pruebas incriminatorias, y que bajo ninguna circunstancia el caso podría “anular el veredicto del jurado”.
En mayo de 2024, un jurado declaró a Trump culpable de 34 delitos por falsificar documentos corporativos para comprar el silencio de la ex actriz porno Stormy Daniels antes de las elecciones de noviembre de 2016, que ganó, y para evitar que salieran a la luz supuestos romances extramatrimoniales durante la campaña.
Hoy, hablando a su vez ante el tribunal, Trump, vestido con un traje azul y una corbata de rayas rojas, se negó a devolver el saludo del juez y dijo que el juicio había sido una “experiencia terrible” para él antes de reiterar: “Soy completamente inocente, no hice nada malo”, según un audio publicado posteriormente por el tribunal.
Los abogados de Trump están presionando para que se desestime el caso, que Trump ha calificado de «cacería de brujas» y en el que ha acusado al juez y a los fiscales de perseguirlo políticamente e incluso de interferir en las elecciones.
Uno de los argumentos más repetidos en sus numerosas apelaciones ante tribunales estatales y federales e incluso ante la Corte Suprema es que Trump está protegido por la inmunidad presidencial como «presidente electo» a pesar de que aún no había sido investido en la fecha del fallo, sin embargo, los cientos de páginas de apelaciones han sido rechazadas una tras otra.
La última bala para el equipo legal de Trump fue la Corte Suprema, que el jueves dictaminó en el último minuto y por una mayoría muy ajustada de 5 a 4 (incluidos dos republicanos probablemente pro-Trump) que la sentencia debía ser confirmada.